domingo, 23 de diciembre de 2012

El fin del mundo

Ya no habrá Junio del 2014. Ni cajita de música de Amelie (http://www.youtube.com/watch?v=QAWYThJmS3A) en la mesilla de noche. Ni compartir duchas. Ni McAutos. Ni ...ni siquiera sé si... Ni volar con el Twingo marcha atrás. Ni llevarte a los búnkers, en Barcelona. Ni a mi Tibidabo. Ni un cuadro de millones de bolas de colores llenando San Francisco. No habrá cenas de Navidad en nuestra casa, con tus padres y los míos. No habrá un día en que te diga que estamos esperando a Jon, o a Martina. No habrá más cines con nachos, palomitas, Nestea y Coca-cola light. No habrá bailar canciones de los 60. Ni ...uaiii aaaaiiii aaaiiiii aaaaiii... de Danny a Sandy. No sonará más el teléfono de mi casa y serás tú. No montaremos en la moto para ir al centro por la noche, a ver algún musical o concierto, agarrada a tu cintura. No más besos. Ni conciertos de Coldplay, ni de Muse, ni de Russian. No planearemos más viajes. No habrá orejas de Minnie Mouse en Eurodisney. Ni montar en un avión con Modern Family a toda pastilla mientras te estrujo la mano. No tendré la oportunidad de darte el espacio que dices ahora que querías. No podré salir más con tus amigos, ni angustiarme por si no les caigo bien. No habrá más patatas Vips, Louisiana y quesadillas de jamón y dos quesos. Ni cenas mexicanas en casa. Ni italianas, con carta de menú y todo. Ni más ...and I don't want to go home right now... No iremos a recoger a Dumbledore a una protectora, cuando sea chiquitín. No dormiremos la primera noche en nuestra casa en un colchón en el suelo ni cenaremos unos sandwiches rodeados de cajas por abrir, pero en nuestra casa. No llevarás a nuestros niños al cole. No habrá habido un autobús por Velazquez. Ni un beso en el portal mientras llovía. No más fotos. Ni álbumes para nuestra casa. No veremos más The Walking Dead con la boquilla para dos cascos que tengo sin estrenar. No compraré más regalos de Navidad, ni de cumpleaños. No más 26 de octubre. No montaremos más en bici, con tu equilibrio. No habrá más viajes a Fuerteventura, ni soñaremos con tener allí una casita cuando nos jubilemos. No podré morderte más el labio, ni siquiera sin querer. No rellenaré el hueco entre tus hombros para que me rodees en un abrazo como si estuviéramos hechos a medida. No nos enfadaremos, ni nos reconciliaremos. No más tonterías hechas a mano. No al baile de Grease. No iremos a California, ni a Orange County. Nada de Hello Sunshine. No te podré decir antes de que me preguntes ¿y mi...que la chaqueta que buscas está en el armario, las llaves en la entrada y el móvil en el bolsillo del abrigo. No verte sentado al final del aula el día que presente el proyecto, ni que seas el primero que me abrace, orgulloso. No buscaremos piso. No compraremos muebles, ni una tele gigante para ver pelis los sábados por la noche o los domingos por la tarde. No te contaré lo interesante que está el libro que me estoy leyendo, ni me agarraré a tu brazo en el cine cuando vaya a pasar algo importante, ni nos miraremos cuando pase algo bonito. No seremos los abuelitos de Up. Tu sonrisa no será para mi. No habrá complicidad nunca más. No llevaré un anillo tuyo. Desaparecer del mural de las parejas para toda la vida. No gustarte yo y todo lo que me rodea. No más planes ni sueños. No despertarme más a tu lado en la cama, con el calor que das. No ir a ver las luces de Navidad por el centro. No prepararte desayunos, con café, cola-cao, tostadas, mermelada, frambuesas, papaya, jamón, queso y bollos. No decirte si lo que llevas pega. No reirnos de la falda y camisa que me regalaste en nuestros primeros Reyes. Ni poder decirle a tus hijos que los gemelos de la Vespa fueron los primeros que me regalo mamá. No contar nuestra historia. No ser especial. No cogerte la mano más. No oirte decir que estoy guapa, aunque esté espantosa. No decirle a Martina que ese chico no te gusta. No ver el micra aparcado en el paso de cebra. No esperarte al salir del trabajo. No subir las escaleras de casa contigo pellizcándome el culo. No tirarme de un salto a la cama y que te eches encima besándome y riéndote porque te encanta que haga eso. No oirme decir más Eclippppppppse. No verte bucear, con lo que te gusta. No correr desnudos por la playa. Ni ver NY en Navidad.  No habrá Opel Mokka. No habrá un Si, quiero. Nunca. No estarás en los mejores momentos de mi vida. Ni en los peores. No ampliaré tu colección de películas. Ni las veré en mi salón. No bailaremos juntos el Gangnam Style. No jugaremos más al Lego Batman (yo Batman, tú Robin), ni al Lego Indiana Jones (yo Indi, tú la chica), ni al Lego Star Wars (yo Obi Wan Kenobi, tu Amidala) ni Piratas del Caribe (yo Jack Sparrow, tú Elizabeth Swan), que no llegamos a estrenar. Ni te haré mi salto magistral tocando Moonsoon en el Guitar Hero. Ni fliparé con cómo tocas la guitarra. No me bailarás más el Señorita. No te veré tomarte cervezas gigantes mientras yo tomo coca-cola. No habrá piques Atleti-Barça en casa. No cantaremos a voz en grito en el coche. No te pediré que fumes en la cocina, o en la terraza. No les contaremos a nuestros nietos que nos conocimos en la universidad, y que tú ibas de rapero y yo de pija. Ni que llevamos 50 años juntos. No podré pensar en ti cuando oiga canciones. No soltaremos farolillos en nuestra boda. Ni seré para ti la novia más guapa del mundo. No irás los sábados por la mañana a ver a Jon jugar a fútbol. No volveré contigo a casa después de una noche de fiesta. No iremos de compras. No abriremos una cuenta en el banco a nombre de los dos. Ni te llevaré a Egipto. No olerá más mi cama a 212. Ni la tuya. No habrá más piscolapis, como tú dices, en casa: aceitunas, patatas y berberechos. No contaré más las horas que faltan para verte. No me contarás qué tal en el trabajo, ni que te han ascendido. Ni lo celebraremos en el Huerto y la Brasa con unas setas rebozadas y carne a la piedra. No iremos a comprar los juguetes de los niños para Reyes. No me contarás como va Dexter, ni True Blood. No elegiremos los muebles de la cocina. No haremos más la compra juntos en el Mercadona. No acariciaré tu nuca. No superaremos obstáculos. No pensaremos en el miedo que nos da que un día nos pase algo y nos perdamos, que te mueras antes que yo o que me muera antes que tú. No habrá más risas, ni más lágrimas.

Solo vacío.

Los mayas se equivocaron. La llegada del fin del mundo tal y como lo conocemos no fue el día 21 de diciembre. Fue el día 2. 

Y solo me enteré yo.

lunes, 29 de octubre de 2012

Arranque de temporada... 6-0

Y llegó el primer partido de la temporada... y no sé si decir que mejor no hubiera llegado. 

Nos habían dicho que procurásemos ir antes, para calentar (ja!), así que como el partido era a las 7, Oli y yo quedamos a las 6,20 en la entrada. 

Mal empezamos cuando a mi se me emperejiló (serían los nervios, que hacían que toda mi sangre estuviera en mis tripas generando retortijones, en vez de en el cerebro...) que jugábamos en Coslada. La capitana nos había mandado un mapa con el punto exacto donde íbamos, pero... para que lo voy a mirar si ya sé que es en Coslada? Así que César me recogió, pusimos el GPS, y a las 6,15 puntualmente aparecimos en la Avda. de la Constitución de Coslada, que es donde según yo se jugaba. Cuál es mi sorpresa cuando, al ver que allí donde marca el GPS no hay nada donde se intuya que podemos jugar a fútbol, descubro que no jugamos en Coslada, sino en Torrejón, ¬¬

Después de unos cuantos gruñidos de César, llegamos a Torrejón, a las 6,30. Pero allí solo estábamos Oli y Tom, o lo que es lo mismo Paquetorra_1 y Paquetorra_2. Lo de calentar hemos descubierto que es para las contrarias, porque lo que es nosotras... Allí había, a parte de Oli y yo representando a nuestro equipo, otros tres equipos más, con todas sus jugadoras, cada cuál más vigarda y calentando como si fueran a jugar un partido a muerte. Yo no podía creer que de verdad fuésemos a jugar contra esas bicharracas. Algunas nos doblaban en edad, otras en peso y otras en tamaño,incluso alguna en las tres cosas. Y nosotras con nuestras camisetas nuevas, nuestras medias sin estrenar, las espinilleras que iban a correr solas,...

Está muy mal decirlo, pero Oli y yo sólo rezábamos para que nos dejaran en el banquillo, nos cayeran 5 o 6 goles y ya luego nos sacaran a nosotras a corretear un rato...Y entonces, cuando el terror empezaba a minar nuestra ilusión, empezaron a aparecer de las nuestras. Calentar calentar, calentamos la lengua muy bien entre presentaciones y puestas al día, pero nada más. Así que empezó el partido (con nosotras en el banquillo, yuju!!!!) y nos cayeron 3 en los primeros... 5 minutos? Ufff... no me gusta perder, pero era el primer partido y no quería hacer más ridículo del que podía soportar. 


Aún así lo hice.

Mi aparición estelar fue como a 10 minutos del final de la primera parte. Sudores fríos, tembleque de piernas, me quería desmayar. O lesionarme nada más salir y retirarme como un héroe. Sí, eso hubiera sido lo mejor. Pero no. César, a posteriori, me comentó que algún insensato cuando me vio salir a calentar dijo: uy esa tiene que ser buena. No sé qué debió ver en mi, lo que sí sé es lo que no vio...

Cuando salí...el campo era enoooooooooorme. Juego atrás, en la banda derecha. Ahí me tenéis, la de verde...

Sé que es por ponerme a estorbar en algún lado. Dos carreras y ya me ahogaba. Y no olía la pelota. Ni a las contrarias. Era como un pato mareao. Si venia la pelota por el suelo, levantaba la pierna para pararla y me pasaba por debajo. Si venía a media altura estiraba la pierna pero o pasaba a otra altura o a 2 metros. Si venía alta saltaba pero ni la rozaba. 

Un cuadro, vaya. Yo no hacía más que ver a las de mi equipo hacer cosas y pensar...uaaaaaaala, tengo que aprender a hacer eso.

Llegó un momento que yo ya no sabía si quería que me gritasen las de mi equipo y me echasen o que siguieran calladas, consciente del estropicio que estaba siendo mi presencia en el campo... 

Por suerte para mi amor propio, no nos metieron ningún gol mientras yo estuve en el campo, ueeeeeee!!! Pura suerte, porque mérito mío no fue.

En fin, yo me lo pasé teta y me parto solo de pensar las risas que habré provocado entre el público. Y las que me quedan por provocar... si es que soy un filón!!!!

domingo, 14 de octubre de 2012

Decathlon

Yo no sé qué tiene el Decathlon, pero es que una vez que estás dentro estás perdido. 



Odio los deportes, no valgo, me canso y no me gustan. La última tienda donde entraría por gusto sería en un Decathlon, peeeeeero me he apuntado a un equipo de fútbol (sí, habéis leído bien, ya hablaremos de esto otro día...) y no tenía nada que ponerme para ir a mi primer entrenamiento, así que el martes pasado allá que me fui. Oliver me dijo que ella iba a llevar un pantalón corto de fútbol, camiseta de deporte de manga corta y zapatillas multitaco. Así que la compra era fácil: un pantalón corto, una camiseta de deporte y unas botas. Ah! y las espinilleras.

Pero tú entras allí... y es como el paraíso de los deportes. Es abrumador. Botas con tacos, multitacos, de fútbol sala, para frío, para suelo duro, para suelo seco, para suelo blando, para parecerte a Michel y a Butragueño,... las necesito todas!!!! Me di varias vueltas por los pasillos de la sección de fútbol  y acabé mi paseo en los probadores para ver cómo me quedaba el modelito que había cogido...

Y entonces me giro y noto que la sangre se va de mi cara. La ropa se caía de la cesta. Había cogido, nada más: camiseta de manga corta (transpirable y no se cuántas maravillas más, de éstas con las que hacer deporte es tan cómodo como estar sentada en tu sofá en ropa de estar en casa, porque no sudas, y si no sudas no te cansas), camiseta térmica de manga larga (mujer precavida vale por dos), sudadera (más cómoda de poner y quitar que la camiseta térmica), chaqueta impermeable (por si llueve), pantalón térmico largo para debajo de los cortos (estos me encantaban), pantalón corto (vaya, algo que necesito!), medias (no se juega igual con calcetín corto que con media, por favor...), espinilleras (ahora si que puedo repartir ostias como panes!), braga (para la tos), guantes finitos, sujetador y culotte (con tanga y el wonderbra iba a estar mejor pero...), bolsa para guardar las botas (dónde si no?) y bolsa de deporte (que en casa solo tengo como 3 o 4).

Tatiana céntrate. A qué hemos venido? Pantalón corto, camiseta, botas y espinilleras. Cómo ha llegado todo esto hasta aquí? Pantalón corto, camiseta, botas y espinilleras. Y lo que es peor... por qué todo me parece imprescindible para poder ir a entrenar el miércoles? Pantalón corto, camiseta, botas y espinilleras.

QUÉ ME ESTÁ PASANDO?!?!?

Muy fácil. Decathlon me estaba poseyendo.

Me convenzo a mí misma de que solo me llevaré lo que necesito, pero no puedo resistirme a probarme todo para verme de furgolista pofesioná. El modelito completo, incluyendo la ropa térmica bajo la ropa normal y las prendas exteriores, fue desolador. No parezco ni Michel ni Butragueño. 

Parezco un árbitro. 

He cogido todo en negro. Mierda. 

Me da el bajón de la fiebre deportiva y aprovechando el momento de lucidez salgo del probador como alma que lleva el diablo, sin mirar atrás. Dejé toda la ropa allí, en la cesta. Volví a los pasillos de Fútbol y cogí pantalón negro, sudadera gris, medias negras y espinilleras. 

Fui a caja y pagué.

Cómo saldría de allí que hasta cerré el pestillo del coche cuando entré y lo arranqué en segunda. Y aún cuando estaba ya a kilómetros del Decathlon sentía que tenía que volver... ¿¿pero idiota, dónde vas a guardar las botas?? 

Agito la cabeza, necesito que me abofeteen. 

Cuando llegué a casa estaba ya fuera del influjo maligno de Decathlon. Complementé el modelito con las cosas que tenía por casa y pude ir a entrenar sin traumas el miércoles...

...Lástima que con las prisas haya cogido espinilleras de niño. Esta semana me tocará volver...

lunes, 27 de agosto de 2012

Fotos secuenciadas

Estaba yo a lo mío en un descansito, buscando en internet cómo hacer un vídeo con una secuencia de fotos, cuando me he encontrado esta chulada...


Ahora no sólo sigo sin saber cómo hacer el video, sino que además quiero hacer uno como este!

Estoy bastante desconectada del blog últimamente pero es que tengo el cerebro frito con el PFC y apenas tengo tiempo libre para dedicar a otras cosas (por los remordimientos más que nada). Necesito acabarlo ya y volver a mis magdalenas, mis macarons (presiento que estaba a punto de conseguirlos), mis manualidades, empezar a poner en práctica lo que aprendí en el curso de fotografía, salir (más allá del trabajo a casa y de casa al trabajo), porque el sofá tiene ya la forma de mi culo y mis piernas tienen grabadas las marcas de los tornillos de la base del portátil. 

Todo llega, así que paciencia...



sábado, 18 de agosto de 2012

La peluquería

Odio las peluquerías.

De toda la vida me he cortado el pelo en casa. Primero mi padre nos lo cortaba a todos. Cuando fui creciendo y ya no llevaba el pelo cortito, empezó a cortármelo mi madre. Cuando empecé a ser arisca y enfadarme cada vez que me lo cortaba porque no era como yo quería, empecé a cortármelo yo. Como ya no podía enfadarme con nadie, pues me aguantaba.

Mis experiencias en las peluquerías han sido todas malas. Es que no recuerdo una sola que se salve. La penúltima fue hace 2 años, para la boda de mis suegros. Fui un mes antes de la boda (por si salía mal tener tiempo para remediarlo) a darme mechas, para iluminar un poco... Le pedí mechas castañas. Pero su castaño y mi castaño no debían ser lo mismo, porque me las puso rubias. Tan rubias, que cuando me vi, ella me vio, y se me descompuso la cara... a ella se le descompuso más. Cómo sería para que me dijera... puedes venir cuando quieras a que te las matice. Solo la miré, pagué y me fui.

Juré que sería la última, pero hace unos meses tenía ya unas greñas importantes, así que me fui a la peluquería del Corte Inglés, que como el cliente siempre tiene la razón pensé que me entenderían. Pedí que me cortasen las puntas, creyendo que iba a ocurrir lo que me había pasado siempre, que vas con el pelo a la altura del escote, le dices córtame un poquito las puntas y sales con el pelo por debajo de la oreja. Pero sorprendentemente sólo me cortó las puntas... así que fui para nada, porque ni se me notó. Además le dije que me lo hiciese a capas y me lo dejó recto, que tuve que buscar yo luego un video en youtube nada más llegar a casa y hacerme las capas yo (http://www.youtube.com/watch?v=HbhLznbUqpI, ella ya lo tiene a capas antes de hacérselo, pero bueno, a mi me ha servido en muchas ocasiones este vídeo...).

Y ayer repetí. Pero esta vez ha sido algo más radical. Creí que en Pío los peluqueros serían... no sé, como muy cools, por la zona más que nada. No es que el corte que me he hecho necesitara que lo fueran, pero yo lo quería así, pensando en que entenderían mejor lo que quería, que no lo tenia claro al 100% ni yo. Se me desencajó la cara de tal manera al pararme en la entrada y ver que no había ni un moderno que ya me estaba arrepintiendo de haber ido.

Pero me vieron, y no había ningún cliente más, así que poco más o menos se avalanzaron sobre mí, me plantaron la bata y fue todo tan tan tan rápido que cuando quise reaccionar me estaban lavando el pelo, César ya no estaba a mi lado y yo ya no podía huir... Tres minutos después estaba ya sentada para cortarme y buscando a César con la mirada, histérica, hiperventilando. El peluquero me preguntó que qué quería y le he enseñé las tres fotos que llevaba. Muy parecidas a mí, todas. ¿No hay morenas con cortes así?

Y le quise explicar, pero antes de terminar de decirle... como ésta pero mas corto por aquí, como ésta pero más largo por allá  y que me quede más o menos como a ésta, él había pegado el primer tijeretazo. Se me cortó la respiración, y me quedé con la boca abierta en una frase a medio terminar. Mi pelo. Está encima de la mesa. Ay... Ay, no...

Me duele. No sé el qué, pero algo me duele.

Al menos 25 centímetros de pelo liso, hecho un churro mojado, ahí, delante de mí.  

Qué...

He...

Hecho...

La siguiente vez que entró aire en mis pulmones fue aire caliente... el tío estaba ya dándome con el secador.

En estado de shock me levanté, murmuré algo así como puedo quitarme ya esto? refiriendome a la bata y a los kilos de pelos que tenía por encima de las piernas, y sin mirarme al espejo fui a pagar. Me preguntó si quería llevarme mi pelo. (...). Silencio incómodo. Es posible que se me escapase un gruñido, así que como encima me estaba dando el tick en el párpado y no contesté, creo que me entendió, porque se dio la vuelta y se fue.

Nada más salir fui a echarme el pelo a un lado, una manía que tengo. Tenía. Porque ya no hay pelo...


Y ésta soy yo a partir de ahora...

lunes, 13 de agosto de 2012

Fotografía

Creo que si pudiera ser algo diferente a lo que soy sería fotógrafa. De paisajes de cualquier tipo. O de cosas. De personas no, no me gusta. Lo veo como mi profesión ideal: estar horas sacando fotos + horas con Photoshop editándolas, con lo que me gusta el Photoshop!!!!

Mis dos amigas más favoritas del mundo mundial me regalaron un curso de fotografía con cámara reflex para el sábado pasado. Y allá que me fui, sin preocuparme de qué iba el curso, qué había que llevar, cuánto duraba, dónde era... Sabía dónde habíamos quedado y a qué hora, nada más. Iba a ir en metro, pero mi hermano me dijo que me llevase el coche, que en agosto los sábados no hay que pagar (...).

He de decir que los imprevistos, sobretodo si voy sola y a un sitio que no conozco, me generan un estado de histeria, que me dura solo un par de minutos, pero que es totalmente surrealista. Llegué allí. Aparqué lo más cerca que pude del sitio en cuestión. Y cuando estaba ya llegando al punto de encuentro, se me ocurre desconfiar de mi hermano (como si no le conociera...) y asegurarme de que no hay que pagar. Mierda. Claro que hay que pagar. Y hasta las 3. He aparcado en zona verde, quedan 5 minutos para que empiece el curso. Empiezo a sudar. Corro al coche. Y empiezo a dar vueltas por el barrio. Ningún sitio en zona azul. Me voy alejando y al final aparco. Son las 10:14 (hemos quedado a y cuarto) y vuelo a por el ticket. Joder. Tengo dos billetes y calderilla variada que no me da ni para media hora. Y no hay ni un sitio donde cambiar. Ardo. Me lio a mandarle whatsapp a mi hermano (que está dormido) todavía no sé para qué pero echándole las culpas de todos mi infortunios. De paso escribo también a César contándole que por culpa de mi hermano medio lelo no llego al curso, que todo va mal, que qué hago con el coche, que qué hago con el curso... crisis total (el caaaaaaaaos, que habría dicho mi abuela). El pobre me acaba diciendo que si quiero que venga él en metro a por el coche (César, no mi hermano). A punto de decirle que sí (¿?), respiro hondo y me tranquilizo. Tati, no pasa nada si llegas 10 minutos tarde al curso. Cambiaré en cuanto pueda los billetes y saldré a cada ratito a cambiar el ticket. Me agacho y medio vacío el bolso en el suelo, tengo que tener alguna moneda... Sale más calderilla. Y al final me acuerdo de la- moneda-de-emergencia que guardo en el neceser (es la moneda que guardo para cuando no me queda dinero en la cartera y a mediodía siento un hambre infernal en el trabajo. Lo suficientemente escondida como para no acordarme de ella si no es urgente, y hacerlo solo cuando es cuestión de vida o muerte). 2€, yuju! Pongo el ticket por dos horas y voy a la velocidad de la luz al sitio. 

Allí no hay ni dios. Entro a preguntar a una óptica y me dicen que es en el último piso del portal de al lado. Me falta el aire. Entro al portal y no hay ascensor. Cinco pisos andando. CINNNNNCO!!! Cuando llego arriba estoy empapada, con el flequillo pegado a la frente y la camiseta pegada a la espalda. Y soy la última en llegar. No puedo hablar, así que me apoyo de un golpe en la mesa del profesor dejando el papel que me confirma como asistente al curso y murmullo algo que pretende ser un buenos dias mientras cojo aire. Buenos días serán para el resto, que me miran como si yo acabase de salir del infierno. 

Me despatarro en una silla y el de atrás me avisa de que el profesor me está hablando. Uys... Vuelvo a su mesa para responder a sus preguntas y de paso le pregunto que cuánto dura el curso. Me dice que unas 4 horas (yo pensaba que 2...) y que damos un rato allí y luego nos vamos al Retiro. Bien.

Cuando empiezo a fijarme en mis compañeros, veo que todos llevan algo para anotar, algunos incluso portátil. Yo llevo la cámara y gracias. No dicen siempre que es mejor atender y ya luego te haces tú tus apuntes? Decido ponerlo en práctica, por no interrumpir otra vez la clase para pedir papel y boli.

Y entonces escucho, pero no sé en qué habla. Raw, obturador, ISOs, diafragma, balances, gran abertura. Me mareo. ¿¡¿¡¿Pero donde estoy?!?!? Lo peor es que hay gente que le sigue, le pregunta, hablan de programas de edición para fotos, de técnicas, de libros,... Cuando estaba planteandome seriamente el marcharme, una chica delante de mi (muy impertinente, por cierto) interrumpe al profesor y le dice... Perdona, pero yo creí que venía al curso básico de fotografía, y es que no entiendo nada de lo que estáis hablando. Fue un momento muy violento por las formas, pero gracias a eso el profesor se centró y empezó desde el principio. 

Fue genial. Imposible enterarme de todo. Pero muy útil como primera toma de contacto. Y encima puedo repetir gratis el mismo curso todas las veces que quiera!!!

Gracias chicas!

¿Lo mejor? Descubrir el HDR, una técnica con la que haces fotos chulísimas y que quiero ver si soy capaz de aprender por mi cuenta, ya os contaré si lo consigo...



Os pongo algunas que he encontrado por internet. Anda que no molan...

Voy a ser una fotógrafa pofesional!!!


miércoles, 8 de agosto de 2012

Gato cabrón

Tú sales de trabajar. Coges el coche que lleva 7 horas a la solana del mes de agosto (40º). Hoy no vas directa a casa, vas a recoger a tu madre. Al centro. A las 3 de la tarde. Sin comer. Sin aire acondicionado y con 40º a la sombra.  Vaqueros largos, Converse y camiseta de manga corta. Muy bien. Para colmo de males, te llama tu madre a la hora que habíais quedado diciendo que está en la cola de Zara y en un momentín llega (los momentines de mi madre no son menos de 15 minutos. Nunca). Te pones a callejear para encontrar sitio (JA!). En una mano el abanico, en otra el movil...  Conduzco con tres dedos. Estoy sudando como un pollo. Las tripas me rugen. Me voy a metamorfosear a Hulk otra vez, lo estoy notando...

Por fin aparece y se sube al coche. Gruño.

Llegas a casa más muerta que viva, la camiseta chorreando y con un hambre que te comerías...

...se te corta la respiración...
... un gato. 

Y a juzgar por el estropicio, un gato gordo. Como este...


Es la segunda vez esta semana. Yo le mato.

Abro del todo el cajón, por si está durmiendo dentro y le pillo con las manos en la masa. Pero no. Aún así, está todo lleno de pistas. Todo revuelto, como si hubieran escarbado. Pelos grises en la ropa. Elemental, querido Watson.  

Voy a hacer que confiese...

Salgo de mi habitación como una flecha. Kirtash estaba mirando desde la puerta, curioso. Como regodeándose. No ha sido él. Berto, según me ve salir de la habitación, corre despavorido. Ajajá!, te pillé. Es un gato escarbador. Le gusta meterse entre la ropa.  Ha esperado a que nos fuéramos. Ha empujado la puerta corredera del armario. Ha estirado del cajón.... et voilà!

Se esconde debajo de mi mesa. Le dejo ahí mientras doblo todo, regañándole como a un niño... como te coja te voy a poner el culo como una pandereta, frase típica de mi madre. Sé que me entiende, por como me mira. 

Ahora mismo, me lo comería asado. O a la plancha. O en cocido. 

Le cojo en brazos y finjo que le como un muslito de esos gorditos que tiene hasta que maulla pidiéndo clemencia. 

Si no fuera por esa carilla de pena que pone... 

lunes, 6 de agosto de 2012

Ira

Mira, no pensaba escribir hoy... pero tengo que canalizar mi ira de alguna manera.

Algunos me conocéis enfadada. Para los que no... empiezo así...


Los pelos se me levantan, yo creo que hasta se me ponen rubios... Se me desgaja la ropa... Me salen músculos que en condiciones normales ni existen (sobretodo en el cuello y la frente)...

Así estaba hasta hace 5 minutos... cuando ha llegado César.

Ahora ya he metamorfoseado, y estoy así...


aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanda, mira tú por donde quien está detrás , iiiiroooonmaaaaan (http://micerebropositronico.blogspot.com.es/2012/07/superhero-party.html)...

César tiene médico a las 20:25h. Desde hace una semana, porque tiene un dolor y me recuerda tooooooooodos los días que no se le pasa. Al principio me iba a venir a recoger a casa para que le acompañara. Pero al final me ha dicho que no, que le venía mal recogerme porque estaba liado, que ya iba él solo, que total, no hace falta que vengas. Vale, no hay problema. Pero porque no vaya solo, me organizo la tarde. No me echo siesta. No como, engullo. Me pongo con el proyecto para aprovechar lo máximo posible. Llega la hora. Me arreglo, me visto y me voy. No es tan difícil, no? Cuando estoy de camino al médico me llama. Que no va (vaaaaaaya, se ve que ya no le duele tanto). Y lo mejor, de todo...que no es culpa suya que yo vaya si él me ha dicho que no hacía falta. 

(...)


(...)


(...)


Respira...


(...)


(...)


(...)


¿Soy yo o hay que tenerlos cuadraos para decir eso? 


Necesito matar...

sábado, 4 de agosto de 2012

Inglis pitinglis

Mi inglés es jorribol.


Más o menos como este hombre. Tu mai sista inglis main.

Mi última adquisión es Mockingjay (aprovecho para recomendaros la trilogía de Los juegos del Hambre, no veáis cómo enganchan!)


Me ha costado casi dos meses encontrarlo. Ni en la Fnac, ni el en Corte, ni en ningún lado. Tiene su encanto entrar en una librería y buscar un libro, por eso me resisto a utilizar internet para eso, pero vamos, que esta vez fue imposible. Así que www.amazon.com y en 5 días estaba en casa. Gran página, Amazon.

Siempre he oido que leer en inglés ayuda a aprender, y es verdad. Yo entre los libros y la documentación en el trabajo, al final leo más en inglés que en castellano. Y así he aprendido mucho. Pero tiene un lado malo, y es que esto es lo que pasa...

Ai ster daun at mai schus, guachin as a fain layer of ash setls on de worn leder. Dis is güer de bed ai sherd güiz mai sister, Prim, estud. Ouver der guas de kichen teibol. De briks of de chimney, wich colapsd in a charred hip, provaid a point of referens for de rest of de jaus. Jau els cud ai orient maiself in dis se of grey?

Aunque no lo parezca, es el primer párrafo del libro. Y así, tal cual os lo he escrito, es cómo yo lo leo. El problema está, claro, cuando llego al profesor de inglés, Johnny (Yani - ou yeah, para mí), y le leo así. Pues él y mi hermano se descojonan...

Pero no pasa nada. Si Emilio Botín ha llegado hasta donde está...


... pero sobretodo, si sigue donde está después de esto, yo puedo llegar hasta el infinito y más allá (tu infiniti an biyon!).

jueves, 2 de agosto de 2012

Aterrizo en Twitter!

Desde hoy, puedes seguir a micerebropositronico en Twitter!!!

Seguidme!!! Soy @micerebropositr, es una mierda de nombre pero no sé por qué hay límite de caracteres hasta para elegir cómo te llamas...

El hastag del blog es #micerebropositronico.

A ver si me apaño, porque con el mío personal fui incapaz, ahí está muerto de risa... lo abro, lo miro, y como no sé qué hacer, lo cierro.

Hasta mañana! :D

Gimnasio


Odio el gimnasio, con todas mis fuerzas. Es que no se puede odiar más. 



Todavía no sé si fui yo quien convenció a César o fue César el que me convenció a mí. El caso es que hace como un año decidimos apuntarnos al gimnasio. ¿Primer error? Apuntarte a uno a 15 km de tu casa y tener que coger el coche par ir. Pero me lió, y allá que me fui. El planning era Aerobic Step uno o dos días a la semana (¿segundo error? a las 21:30h... en invierno, de noche, con el frío...), los viernes fitness y spinning los sábados (¿tercer error? a las 12:00h. Yo, que amanezco a las 15:00h).

Lo del Aerobic Step tenía buena pinta. Tenía, porque no sabía lo que era. Mal empieza cuando entras y te enteras de que hay que hacer coreografía, pero peor es aún cuando descubres que toda la clase está forrada de espejos. Con una pared forrada la humillación ya iba a ser más que suficiente, encima la frontal, que no te ve la profesora (ella te ve directamente de frente), pero sí las otras 17. La clase empieza... y empieza el estrés. Cuando ellas suben tu bajas, cuando ellas giran tu estás subiendo, cuando pasan al otro lado tu cruzas mal y te tropiezas, cuando has medio aprendido los pasos para la derecha coge y dice que ahora lo hacemos para la izquierda (¿era necesario?),  y para cuando crees que, después de 45 minutos repitiendo lo mismo sin parar, vas a ser capaz de hacerlo del tirón sin equivocarte (...) va y se acaba la clase. Y encima tu novio, que es el único chico y que llevas toda la hora viéndole por el rabillo del ojo y reflejado en los espejos desde todos los ángulos cómo se descojona de ti, es el mejor de tod@s... Entonces  sales de allí con el rabo entre las piernas, oliendo a tu cerebro achicharrao, porque llevas 50 minutos concentrada al 400% para memorizar cada paso (que solo te ha dado tiempo a marcar, ni siquiera has hecho el ejercicio completo) y tu única neurona viva se da cuenta de que el cuarto error ha sido apuntarte a eso.

El fitness... para el fitness el primer día el monitor nos puso una tabla muy completita que nos dijo que haríamos en una hora. Ja!. Será él. Cuando después de hora y media vimos que aún nos quedaban cosas por hacer rehicimos nuestra propia tabla con los ejercicios que más nos gustaban y menos nos costaban (después de darnos explicaciones el uno al otro...  uf, esta no la hago porque me tira aquí,... uy, a mi me duele la rodilla si hago esta otra y no quiero lesionarme... muy cómico) y en 40 minutos... listos!.

Y cuando ya estabas deseando morirte llegaba el sábado. Y el Spinning. No he ido a una tortura mayor que esa. Y encima pagando. Empiezas con el ritual de la bicicleta: mides la altura del asiento, bajas la carga, colocas tu botellita de agua, te haces la coleta (monísssima) y te colocas. Y suena la música a toda pastilla. Como somos unos flojos, nos poníamos al final de la clase. Mal, porque con el volumen de la música era imposible oírle a él. Encima, delante de ti todo son cuerpos musculados, culos perfectos, muslos fuertes. Y tu con tus carnes grasientas atrás del todo. El primer día intenté seguir la clase, subir la carga de la bici cuando me enteraba de que había que subirla, cambiar la posición de las manos según él iba diciendo... y me mareé y todo.  No sudaba normal. Sudaba por la cabeza, por la frente, por los ojos, por la nariz, por el bigote, por la barbilla, por el cuello, por el escote que no tengo, por la espalda, por el culo, por la tripa. .. eso era un chorreo. Me temblaban los brazos. No tenía fuerza ni para secarme con la toalla, perfectamente doblada en el manillar. Ni para coger la botella, así que estaba deshidratada. César no hacía más que preguntarme si estaba bien. ¿¡¿Tú crees que estoy bien?!? Ese día aprendí que la carga se iba a quedar en el mínimo toda la clase. Así que yo iba y cada vez que el monitor decía... subimos al 70% yo sonreía para mis adentros satisfecha de mi ingenio, acercaba la mano a la rueda, y sin tocarla giraba la muñeca por si me estaba vigilando, y fingía subirlo. Pero no al 70, no... al 80 o al 90. Ou yeah. Total, ya que miento, miento pero bien. He de decir que ni aún así aguantaba los 40 minutos.

Así que nos fuimos deshinchando y dejamos de ir.

Lo lógico a estas alturas hubiera sido reconocer que somos unos vagos y que nuestros cuerpos serranos no son carne de gimnasio. Pero nuestra estupidez estaba lejos de alcanzar su punto álgido, así que cogimos y nos apuntamos un año. A tomar por culo.  No voy un mes, pero un año voy fijo que voy (¿?). Yo es que no me lo explico. Como cada vez que te da el subidón deportista sientes que es porque no has encontrado el deporte que te motive, esta vez cambiamos la rutina e íbamos a natación un día y a fitness otro. Así que me compré la equipación de nadadora pofesional , porque cada vez que te apuntas a una actividad sientes la necesidad impulsiva de ir a Decathlon (quinto error) y necesitas todo (llegados a este punto es importante contaros que yo para nadar solo me compré el bañador y las gafas más baratas. Mi madre, que empezó a venir conmigo cuando César se retiró (el sexto error fue apuntarme al gimnasio con alguien más flojo aún que yo), se compró el kit completo: bañador, zapatillas, gorro, gafas, pinzas para la nariz – ella se veía haciendo natación sincronizada, creo - , tabla, cinturón-flotador, y bolsa para meterlo todo. Como veis, lo de darlo todo cada vez que voy a hacer un deporte nuevo me viene de familia). El caso es que íbamos a la piscina (sí, con todo el equipamiento que os acabo de contar), chapoteábamos un poco (es difícil nadar por el mismo carril que mi madre, hay que verla... Las gafas? En la frente, porque se le olvida bajárselas, así que lleva los ojos negros por el rimmel, todo corrido. La pinza de la nariz? En una posición in-natural, sin hacer la función para la que fue diseñada. En un mes no he conseguido que se la ponga bien. El cinturón flotador? Puesto, pero mal, total que se escora para un lado, voltea sobre sí misma y se ahoga. Ella sabe nadar, pero en un alarde de vaguería extrema quiere que el cinturón-flotador navegue por ella. Un circo, vaya. Nadie quiere compartir el carril con nosotras, me pregunto por qué... ) y nos volvíamos. Aquí apareció el séptimo error, ir con tu madre, que lo odia más que tú. Con ella me echo por lo menos unas risas, porque como es muy calurosa y esos vestuarios son una sauna, verla salir del gimnasio tan pancha sin bragas ni nada, solo con un vestido-camisón, porque ponérselas con la humedad y el calor es como embutir carne en la malla esa de carnicería... no tiene precio.

Total, que llevo sin ir como dos meses.

Los remordimientos me atormentan así que ayer,  en otro alarde de inteligencia suprema (y estoy segura de que no ha sido el último) me compré una camiseta nueva para estar en casa salir a correr o ir al gimnasio y una toalla, que se ve que he sudado tanto la otra que necesitaba una nueva... (¿?).

No me llaaaaaaames iluso, porque tenga una ilusión...

miércoles, 1 de agosto de 2012

Reggaeton


Esta mañana me he comido un atasco del quince en la M-40 pero no me he aburrido, porque un coche que estaba parado a mi lado, con las ventanillas subidas (suertudo con aire acondicionado) temblaba al ritmo de alguna canción que no he podido reconocer pero que era al 100% reggaeton.

Yo es que no sé qué me pasa con el reggaeton, pero es escuchar una canción y se me van los pies.





Muchos sabéis que no es que tenga precisamente un don para el baile. Tengo ritmo, pero lo que no tengo es coordinación. Cero. Mover a la vez la mano izquierda y el pie derecho requiere el uso de partes del cerebro que yo no tengo. No os cuento cuando entran en el baile más partes de mi cuerpo, como la cadera, el culo, el cuello o los hombros. Demasié. Y no será porque no lo intento, que no es la primera ni la segunda vez que alguien me pillará infraganti delante del espejo marcándome un baile de lo más… me gustaría decir sensual, pero para ser fieles a la realidad es más bien cómico. Me gusta mucho bailar, o intentarlo. Yo veo el videoclip en repetidas ocasiones y grabo a fuego en mi mente cada movimiento. Parece fácil. Más aún cuando tienes un novio que baila genial y hace que todo parezca natural. Yo me pongo, pero los resultados son nefastos (aunque hay un movimiento de Shakira que es que lo bordo, y el musical de Grease ni os cuento, ya le dedicaré un post, porque es que hago de John Travolta que no veas…). Mi pasos estrella son, ya lo sabéis:


en 00:09 y 00:12 me podéis ver en mi salsa.

El reggaeton es un género que en condiciones normales no soporto. Es decir, no me grabaría un disco, ni aguanto más de dos canciones seguidas, ni  puedo con ello cuando me obligan a escucharlo en el metro o el tren. Pero la noche me confunde, y como suene reggaeton me pierdo. Es que la música empieza a vibrar dentro de mí, los pies me arrastran, las caderas se me desencajan, y los hombros se vuelven locos para hacer unos movimientos que debería ser sexies pero son de lo más ridículos y me encantan!!! “Eeeeeeeeeey felina”, “Tiene tremendo culo” y buenobuenobueno sobre todo el “Hasta cuando no lo vas a entendeeeeeeer”… es que se me erizan los pelos de los brazos y me entro en una fase de conversión a mamichula en la que se me cambia la cara, se me contorsiona el cuerpo, y hasta hablo sssesssseando mi amooool.

No recuerdo una noche en que haya oído esas canciones y no me lo haya pasado bien…

Ays… 

A ella le guhta la gaaaasooooliiinaaaa
Dame mah gaaasoooliiinaaa...

martes, 31 de julio de 2012

Forever now

Hoy tengo que ponerme moñas.

Este post se puede escuchar con dos canciones:

Una, la oficial: 


Otra, para ponernos tontorrones:



Al gusto del consumidor.

Mi fin de semana podría resumirse con un... ojalá fuese Forever Now.
 
Tengo la suerte de tener una familia postiza alucinante.

Llegar a tu casa de trabajar el viernes monísima de la muerte y 15 minutos después estar en un coche camino a nosabesdónde con ellos no tiene precio. Luego quedan fotos para la posteridad como ésta, con tacones, almohada y nevera de playa…


Es cierto que inicialmente la sorpresa me llevó a un estado de angustia/nervios que no pude evitar, y es que no estar manejando el cotarro y al tanto de todo me agobia, no sé si llevo todo lo que necesito, no sé si lo han preparado bien y no lo disfruto. Es un gusto darme sorpresas y verme la cara contraída de... quiero-mostrar-felicidad-pero-estoy-descompuesta (lo siento chicos). Pasadas las primeras horas (sí, el estado de shock me dura horas, básicamente hasta que sé dónde estoy y cuál es el plan) me relajo.

Llegar a la playa con tus amigos cuando creías que el verano había terminado es el mejor regalo del mundo mundial.

No sé vosotros, pero yo me lo pasé genial. Tendría que haberse podido congelar el tiempo hasta que nos aburriéramos. No sé cómo daros las gracias…

Fue perfecto.



Gracias una vez más por hacerme sentir tan especial. Os quiero mucho.

¿¿Cuándo repetimos??


viernes, 27 de julio de 2012

Ginecólogo


Ayer visité a mis antiguas compañeras de trabajo. Casi todos lo sabéis, pero para los que no, yo trabajaba en una consulta ginecológica. Y qué recuerdos... Era un trabajo a tiempo parcial mientras me sacaba la carrera, como podía haber sido camarera vaya. Pero no, trabajé en la consulta del ginecólogo.

He de reconocer que al principio era “raro”. Pero luego te acostumbras a todo. Bueno, a casi todo…

De todas las pacientes que pasaron por la consulta mientras yo trabajaba allí, aprendí que había dos tipos principales de mujeres: las que van tranquilas y las que van histéricas. El segundo grupo es el más gracioso. Vienen tan nerviosas que no entienden nada de lo que las dices, como si las hablaras en chino, y mientras te miran sonríen, pero tú sabes que no se están enterando. Hasta el punto de creer que están sufriendo un infarto cerebral o un colapso mental. Se paralizan, su cuerpo no les responde,…

Siempre me acordaré del caso más… espectacular que he vivido allí.

Mujer joven, unos 35-40 años. Nerviosa no, muy nerviosa. No era su primera vez, así que ya sabía a lo que venía. Se tumba en la camilla. Todo iba bien, pero en un determinado momento, como estaba con el culo muy al borde de la camilla, el médico le dice… súbase un poquito más hacia la pared

Y entonces ocurrió.



No sé qué pasó por su cabeza, qué extraño contacto hicieron sus neuronas (seguramente el problema fue que no llegaron a hacer ningún tipo de contacto), que la mujer en vez de empujarse hacia arriba un poquito, balanceó las piernas, cogió impulso, las subió para arriba iniciando una maniobra mortal de voltereta hacia atrás sobre la camilla y en pelota picada que terminó cuando, en pleno apogeo y creyéndose (seguro) Nadia Comaneci, se estampó contra la pared de detrás de la camilla, con el resultado de una caída al suelo despatarrada. Sa matao Paco.


Y no te puedes reir… Pones tu mejor cara de póker, fingiendo que no has visto nada (imposible) y la ayudas a levantarse y que despierte de su sueño de gimnasta olímpica. Yo no sabía si aplaudirla y decirla que su técnica para hacer la voltereta hacia atrás era magistral y que la culpa era del doctor, por poner la camilla tan pegada a la pared, o callarme. Opté por lo segundo. Nadie hizo ningún comentario. Ella volvió a sentarse lo más dignamente posible en la camilla y el doctor solo comentó… ¿pero, a dónde iba?

jueves, 26 de julio de 2012

Mutante


Mira que me gustan los X-Men, y si hubiera tenido que escoger me habría gustado ser Lobezno, o Jean, o Tormenta.

Pero no.

Soy alérgica al sol.

Era algo desconocido hasta ahora, aunque en años anteriores ya habían aparecido algunos síntomas...

De pequeña, cuando vivía en Barcelona, me ponía morena con mucha facilidad. Cuando vine a Madrid, la falta de playa hizo que mi piel se volviera más lechosa y me costara más ponerme morena, además de que el moreno nunca volvió a ser como aquel de años anteriores. Ahora, tras perder el hábito de ir a la playa durante varios años, suelo pasar primero por el tono  bogavante para terminar en un tono un pelín más oscuro que el natural de mi piel pero que ni de lejos es un bronceado bonito.

Este año compramos protección del 20. Nos untábamos bien antes de salir de casa (como debe ser) y cada vez que salíamos del agua o empezábamos a notar el sol. No me quemé, y empecé a ponerme morenita enseguida, pero… horror: también empecé a mutar.

La frente empezó a inflamarse por arriba, donde nace el flequillo. Sin haberme quemado ni nada. Al principio solo un poco. Después, César empezó a referirse a la hinchazón como Tu Segundo Cerebro. Mi segundo cerebro iba digi-evolucionando día a día. Primero estaba en la raíz del pelo, más o menos haciéndome parecer algo así...






Luego bajó a ocupar toda la frente, de ahí se colocó entre las cejas, y al final entre los ojos, ensanchando el puente de la nariz y haciéndome tener lo que en mi familia llamamos ojos de león – es muy curioso, se hincha la separación entre los ojos y la zona de los lagrimales dejándote los ojos como si fueran los de un león. Mola, pero mejor para carnaval. Cuando aquello estaba en pleno apogeo y mi segundo cerebro estaba a punto de pedirse una caña para él cada vez que nos sentábamos en una terracita, tuve que pasar por la farmacia a enseñárselo para que me dieran algo. Me mandaron una crema de protección 50 para la cara (ni aunque hubiera estado a 1 kilómetro del sol me habría quemado) e ibuprofeno, para bajar la inflamación. Y de paso que no tomara el sol (¿¡¿estamos locos o qué?!?). Aprovechó para decirme que eso no era nada, que ha visto entrar a guiris mutados en langostino hasta con bigotes.

Pero eso no era todo. No solo me había convertido en Doscerebros.  También en Pulgoso. Shit! Cuando pensaba en que me gustaría ser Lobezno no era para rascarme detrás de la oreja con la pata de atrás...

Mi cuerpo se llenó de sarpullidos. He de decir que años anteriores ya se habían manifestado ante la exposición prolongada al sol, en los brazos y, sobretodo, en las piernas. Pero lo de este año fue una pasada. Y picaba… madre mía lo que picaba aquello. Dedos, manos, pies, antebrazos, brazos, espinillas, muslos, tripa, espalda,… llenos de ronchas coloradas y millones de sarpullidos.

Vamos, guapa guapa.

Lo mejor era encima estar rodeada de alemanas rubísimas, guapísimas, altísimas, pechugonísimas y con culos perfectos. Por lo menos César no tuvo mucho tiempo para mirarme y darse cuenta de en lo que me estaba convirtiendo…

El segundo cerebro desapareció un par de días antes de venirnos. Las ronchas todavía las luzco, aunque me quedan pocas.

¿No podría ser alérgica al polen, como todo el mundo?