lunes, 27 de agosto de 2012

Fotos secuenciadas

Estaba yo a lo mío en un descansito, buscando en internet cómo hacer un vídeo con una secuencia de fotos, cuando me he encontrado esta chulada...


Ahora no sólo sigo sin saber cómo hacer el video, sino que además quiero hacer uno como este!

Estoy bastante desconectada del blog últimamente pero es que tengo el cerebro frito con el PFC y apenas tengo tiempo libre para dedicar a otras cosas (por los remordimientos más que nada). Necesito acabarlo ya y volver a mis magdalenas, mis macarons (presiento que estaba a punto de conseguirlos), mis manualidades, empezar a poner en práctica lo que aprendí en el curso de fotografía, salir (más allá del trabajo a casa y de casa al trabajo), porque el sofá tiene ya la forma de mi culo y mis piernas tienen grabadas las marcas de los tornillos de la base del portátil. 

Todo llega, así que paciencia...



sábado, 18 de agosto de 2012

La peluquería

Odio las peluquerías.

De toda la vida me he cortado el pelo en casa. Primero mi padre nos lo cortaba a todos. Cuando fui creciendo y ya no llevaba el pelo cortito, empezó a cortármelo mi madre. Cuando empecé a ser arisca y enfadarme cada vez que me lo cortaba porque no era como yo quería, empecé a cortármelo yo. Como ya no podía enfadarme con nadie, pues me aguantaba.

Mis experiencias en las peluquerías han sido todas malas. Es que no recuerdo una sola que se salve. La penúltima fue hace 2 años, para la boda de mis suegros. Fui un mes antes de la boda (por si salía mal tener tiempo para remediarlo) a darme mechas, para iluminar un poco... Le pedí mechas castañas. Pero su castaño y mi castaño no debían ser lo mismo, porque me las puso rubias. Tan rubias, que cuando me vi, ella me vio, y se me descompuso la cara... a ella se le descompuso más. Cómo sería para que me dijera... puedes venir cuando quieras a que te las matice. Solo la miré, pagué y me fui.

Juré que sería la última, pero hace unos meses tenía ya unas greñas importantes, así que me fui a la peluquería del Corte Inglés, que como el cliente siempre tiene la razón pensé que me entenderían. Pedí que me cortasen las puntas, creyendo que iba a ocurrir lo que me había pasado siempre, que vas con el pelo a la altura del escote, le dices córtame un poquito las puntas y sales con el pelo por debajo de la oreja. Pero sorprendentemente sólo me cortó las puntas... así que fui para nada, porque ni se me notó. Además le dije que me lo hiciese a capas y me lo dejó recto, que tuve que buscar yo luego un video en youtube nada más llegar a casa y hacerme las capas yo (http://www.youtube.com/watch?v=HbhLznbUqpI, ella ya lo tiene a capas antes de hacérselo, pero bueno, a mi me ha servido en muchas ocasiones este vídeo...).

Y ayer repetí. Pero esta vez ha sido algo más radical. Creí que en Pío los peluqueros serían... no sé, como muy cools, por la zona más que nada. No es que el corte que me he hecho necesitara que lo fueran, pero yo lo quería así, pensando en que entenderían mejor lo que quería, que no lo tenia claro al 100% ni yo. Se me desencajó la cara de tal manera al pararme en la entrada y ver que no había ni un moderno que ya me estaba arrepintiendo de haber ido.

Pero me vieron, y no había ningún cliente más, así que poco más o menos se avalanzaron sobre mí, me plantaron la bata y fue todo tan tan tan rápido que cuando quise reaccionar me estaban lavando el pelo, César ya no estaba a mi lado y yo ya no podía huir... Tres minutos después estaba ya sentada para cortarme y buscando a César con la mirada, histérica, hiperventilando. El peluquero me preguntó que qué quería y le he enseñé las tres fotos que llevaba. Muy parecidas a mí, todas. ¿No hay morenas con cortes así?

Y le quise explicar, pero antes de terminar de decirle... como ésta pero mas corto por aquí, como ésta pero más largo por allá  y que me quede más o menos como a ésta, él había pegado el primer tijeretazo. Se me cortó la respiración, y me quedé con la boca abierta en una frase a medio terminar. Mi pelo. Está encima de la mesa. Ay... Ay, no...

Me duele. No sé el qué, pero algo me duele.

Al menos 25 centímetros de pelo liso, hecho un churro mojado, ahí, delante de mí.  

Qué...

He...

Hecho...

La siguiente vez que entró aire en mis pulmones fue aire caliente... el tío estaba ya dándome con el secador.

En estado de shock me levanté, murmuré algo así como puedo quitarme ya esto? refiriendome a la bata y a los kilos de pelos que tenía por encima de las piernas, y sin mirarme al espejo fui a pagar. Me preguntó si quería llevarme mi pelo. (...). Silencio incómodo. Es posible que se me escapase un gruñido, así que como encima me estaba dando el tick en el párpado y no contesté, creo que me entendió, porque se dio la vuelta y se fue.

Nada más salir fui a echarme el pelo a un lado, una manía que tengo. Tenía. Porque ya no hay pelo...


Y ésta soy yo a partir de ahora...

lunes, 13 de agosto de 2012

Fotografía

Creo que si pudiera ser algo diferente a lo que soy sería fotógrafa. De paisajes de cualquier tipo. O de cosas. De personas no, no me gusta. Lo veo como mi profesión ideal: estar horas sacando fotos + horas con Photoshop editándolas, con lo que me gusta el Photoshop!!!!

Mis dos amigas más favoritas del mundo mundial me regalaron un curso de fotografía con cámara reflex para el sábado pasado. Y allá que me fui, sin preocuparme de qué iba el curso, qué había que llevar, cuánto duraba, dónde era... Sabía dónde habíamos quedado y a qué hora, nada más. Iba a ir en metro, pero mi hermano me dijo que me llevase el coche, que en agosto los sábados no hay que pagar (...).

He de decir que los imprevistos, sobretodo si voy sola y a un sitio que no conozco, me generan un estado de histeria, que me dura solo un par de minutos, pero que es totalmente surrealista. Llegué allí. Aparqué lo más cerca que pude del sitio en cuestión. Y cuando estaba ya llegando al punto de encuentro, se me ocurre desconfiar de mi hermano (como si no le conociera...) y asegurarme de que no hay que pagar. Mierda. Claro que hay que pagar. Y hasta las 3. He aparcado en zona verde, quedan 5 minutos para que empiece el curso. Empiezo a sudar. Corro al coche. Y empiezo a dar vueltas por el barrio. Ningún sitio en zona azul. Me voy alejando y al final aparco. Son las 10:14 (hemos quedado a y cuarto) y vuelo a por el ticket. Joder. Tengo dos billetes y calderilla variada que no me da ni para media hora. Y no hay ni un sitio donde cambiar. Ardo. Me lio a mandarle whatsapp a mi hermano (que está dormido) todavía no sé para qué pero echándole las culpas de todos mi infortunios. De paso escribo también a César contándole que por culpa de mi hermano medio lelo no llego al curso, que todo va mal, que qué hago con el coche, que qué hago con el curso... crisis total (el caaaaaaaaos, que habría dicho mi abuela). El pobre me acaba diciendo que si quiero que venga él en metro a por el coche (César, no mi hermano). A punto de decirle que sí (¿?), respiro hondo y me tranquilizo. Tati, no pasa nada si llegas 10 minutos tarde al curso. Cambiaré en cuanto pueda los billetes y saldré a cada ratito a cambiar el ticket. Me agacho y medio vacío el bolso en el suelo, tengo que tener alguna moneda... Sale más calderilla. Y al final me acuerdo de la- moneda-de-emergencia que guardo en el neceser (es la moneda que guardo para cuando no me queda dinero en la cartera y a mediodía siento un hambre infernal en el trabajo. Lo suficientemente escondida como para no acordarme de ella si no es urgente, y hacerlo solo cuando es cuestión de vida o muerte). 2€, yuju! Pongo el ticket por dos horas y voy a la velocidad de la luz al sitio. 

Allí no hay ni dios. Entro a preguntar a una óptica y me dicen que es en el último piso del portal de al lado. Me falta el aire. Entro al portal y no hay ascensor. Cinco pisos andando. CINNNNNCO!!! Cuando llego arriba estoy empapada, con el flequillo pegado a la frente y la camiseta pegada a la espalda. Y soy la última en llegar. No puedo hablar, así que me apoyo de un golpe en la mesa del profesor dejando el papel que me confirma como asistente al curso y murmullo algo que pretende ser un buenos dias mientras cojo aire. Buenos días serán para el resto, que me miran como si yo acabase de salir del infierno. 

Me despatarro en una silla y el de atrás me avisa de que el profesor me está hablando. Uys... Vuelvo a su mesa para responder a sus preguntas y de paso le pregunto que cuánto dura el curso. Me dice que unas 4 horas (yo pensaba que 2...) y que damos un rato allí y luego nos vamos al Retiro. Bien.

Cuando empiezo a fijarme en mis compañeros, veo que todos llevan algo para anotar, algunos incluso portátil. Yo llevo la cámara y gracias. No dicen siempre que es mejor atender y ya luego te haces tú tus apuntes? Decido ponerlo en práctica, por no interrumpir otra vez la clase para pedir papel y boli.

Y entonces escucho, pero no sé en qué habla. Raw, obturador, ISOs, diafragma, balances, gran abertura. Me mareo. ¿¡¿¡¿Pero donde estoy?!?!? Lo peor es que hay gente que le sigue, le pregunta, hablan de programas de edición para fotos, de técnicas, de libros,... Cuando estaba planteandome seriamente el marcharme, una chica delante de mi (muy impertinente, por cierto) interrumpe al profesor y le dice... Perdona, pero yo creí que venía al curso básico de fotografía, y es que no entiendo nada de lo que estáis hablando. Fue un momento muy violento por las formas, pero gracias a eso el profesor se centró y empezó desde el principio. 

Fue genial. Imposible enterarme de todo. Pero muy útil como primera toma de contacto. Y encima puedo repetir gratis el mismo curso todas las veces que quiera!!!

Gracias chicas!

¿Lo mejor? Descubrir el HDR, una técnica con la que haces fotos chulísimas y que quiero ver si soy capaz de aprender por mi cuenta, ya os contaré si lo consigo...



Os pongo algunas que he encontrado por internet. Anda que no molan...

Voy a ser una fotógrafa pofesional!!!


miércoles, 8 de agosto de 2012

Gato cabrón

Tú sales de trabajar. Coges el coche que lleva 7 horas a la solana del mes de agosto (40º). Hoy no vas directa a casa, vas a recoger a tu madre. Al centro. A las 3 de la tarde. Sin comer. Sin aire acondicionado y con 40º a la sombra.  Vaqueros largos, Converse y camiseta de manga corta. Muy bien. Para colmo de males, te llama tu madre a la hora que habíais quedado diciendo que está en la cola de Zara y en un momentín llega (los momentines de mi madre no son menos de 15 minutos. Nunca). Te pones a callejear para encontrar sitio (JA!). En una mano el abanico, en otra el movil...  Conduzco con tres dedos. Estoy sudando como un pollo. Las tripas me rugen. Me voy a metamorfosear a Hulk otra vez, lo estoy notando...

Por fin aparece y se sube al coche. Gruño.

Llegas a casa más muerta que viva, la camiseta chorreando y con un hambre que te comerías...

...se te corta la respiración...
... un gato. 

Y a juzgar por el estropicio, un gato gordo. Como este...


Es la segunda vez esta semana. Yo le mato.

Abro del todo el cajón, por si está durmiendo dentro y le pillo con las manos en la masa. Pero no. Aún así, está todo lleno de pistas. Todo revuelto, como si hubieran escarbado. Pelos grises en la ropa. Elemental, querido Watson.  

Voy a hacer que confiese...

Salgo de mi habitación como una flecha. Kirtash estaba mirando desde la puerta, curioso. Como regodeándose. No ha sido él. Berto, según me ve salir de la habitación, corre despavorido. Ajajá!, te pillé. Es un gato escarbador. Le gusta meterse entre la ropa.  Ha esperado a que nos fuéramos. Ha empujado la puerta corredera del armario. Ha estirado del cajón.... et voilà!

Se esconde debajo de mi mesa. Le dejo ahí mientras doblo todo, regañándole como a un niño... como te coja te voy a poner el culo como una pandereta, frase típica de mi madre. Sé que me entiende, por como me mira. 

Ahora mismo, me lo comería asado. O a la plancha. O en cocido. 

Le cojo en brazos y finjo que le como un muslito de esos gorditos que tiene hasta que maulla pidiéndo clemencia. 

Si no fuera por esa carilla de pena que pone... 

lunes, 6 de agosto de 2012

Ira

Mira, no pensaba escribir hoy... pero tengo que canalizar mi ira de alguna manera.

Algunos me conocéis enfadada. Para los que no... empiezo así...


Los pelos se me levantan, yo creo que hasta se me ponen rubios... Se me desgaja la ropa... Me salen músculos que en condiciones normales ni existen (sobretodo en el cuello y la frente)...

Así estaba hasta hace 5 minutos... cuando ha llegado César.

Ahora ya he metamorfoseado, y estoy así...


aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanda, mira tú por donde quien está detrás , iiiiroooonmaaaaan (http://micerebropositronico.blogspot.com.es/2012/07/superhero-party.html)...

César tiene médico a las 20:25h. Desde hace una semana, porque tiene un dolor y me recuerda tooooooooodos los días que no se le pasa. Al principio me iba a venir a recoger a casa para que le acompañara. Pero al final me ha dicho que no, que le venía mal recogerme porque estaba liado, que ya iba él solo, que total, no hace falta que vengas. Vale, no hay problema. Pero porque no vaya solo, me organizo la tarde. No me echo siesta. No como, engullo. Me pongo con el proyecto para aprovechar lo máximo posible. Llega la hora. Me arreglo, me visto y me voy. No es tan difícil, no? Cuando estoy de camino al médico me llama. Que no va (vaaaaaaya, se ve que ya no le duele tanto). Y lo mejor, de todo...que no es culpa suya que yo vaya si él me ha dicho que no hacía falta. 

(...)


(...)


(...)


Respira...


(...)


(...)


(...)


¿Soy yo o hay que tenerlos cuadraos para decir eso? 


Necesito matar...

sábado, 4 de agosto de 2012

Inglis pitinglis

Mi inglés es jorribol.


Más o menos como este hombre. Tu mai sista inglis main.

Mi última adquisión es Mockingjay (aprovecho para recomendaros la trilogía de Los juegos del Hambre, no veáis cómo enganchan!)


Me ha costado casi dos meses encontrarlo. Ni en la Fnac, ni el en Corte, ni en ningún lado. Tiene su encanto entrar en una librería y buscar un libro, por eso me resisto a utilizar internet para eso, pero vamos, que esta vez fue imposible. Así que www.amazon.com y en 5 días estaba en casa. Gran página, Amazon.

Siempre he oido que leer en inglés ayuda a aprender, y es verdad. Yo entre los libros y la documentación en el trabajo, al final leo más en inglés que en castellano. Y así he aprendido mucho. Pero tiene un lado malo, y es que esto es lo que pasa...

Ai ster daun at mai schus, guachin as a fain layer of ash setls on de worn leder. Dis is güer de bed ai sherd güiz mai sister, Prim, estud. Ouver der guas de kichen teibol. De briks of de chimney, wich colapsd in a charred hip, provaid a point of referens for de rest of de jaus. Jau els cud ai orient maiself in dis se of grey?

Aunque no lo parezca, es el primer párrafo del libro. Y así, tal cual os lo he escrito, es cómo yo lo leo. El problema está, claro, cuando llego al profesor de inglés, Johnny (Yani - ou yeah, para mí), y le leo así. Pues él y mi hermano se descojonan...

Pero no pasa nada. Si Emilio Botín ha llegado hasta donde está...


... pero sobretodo, si sigue donde está después de esto, yo puedo llegar hasta el infinito y más allá (tu infiniti an biyon!).

jueves, 2 de agosto de 2012

Aterrizo en Twitter!

Desde hoy, puedes seguir a micerebropositronico en Twitter!!!

Seguidme!!! Soy @micerebropositr, es una mierda de nombre pero no sé por qué hay límite de caracteres hasta para elegir cómo te llamas...

El hastag del blog es #micerebropositronico.

A ver si me apaño, porque con el mío personal fui incapaz, ahí está muerto de risa... lo abro, lo miro, y como no sé qué hacer, lo cierro.

Hasta mañana! :D

Gimnasio


Odio el gimnasio, con todas mis fuerzas. Es que no se puede odiar más. 



Todavía no sé si fui yo quien convenció a César o fue César el que me convenció a mí. El caso es que hace como un año decidimos apuntarnos al gimnasio. ¿Primer error? Apuntarte a uno a 15 km de tu casa y tener que coger el coche par ir. Pero me lió, y allá que me fui. El planning era Aerobic Step uno o dos días a la semana (¿segundo error? a las 21:30h... en invierno, de noche, con el frío...), los viernes fitness y spinning los sábados (¿tercer error? a las 12:00h. Yo, que amanezco a las 15:00h).

Lo del Aerobic Step tenía buena pinta. Tenía, porque no sabía lo que era. Mal empieza cuando entras y te enteras de que hay que hacer coreografía, pero peor es aún cuando descubres que toda la clase está forrada de espejos. Con una pared forrada la humillación ya iba a ser más que suficiente, encima la frontal, que no te ve la profesora (ella te ve directamente de frente), pero sí las otras 17. La clase empieza... y empieza el estrés. Cuando ellas suben tu bajas, cuando ellas giran tu estás subiendo, cuando pasan al otro lado tu cruzas mal y te tropiezas, cuando has medio aprendido los pasos para la derecha coge y dice que ahora lo hacemos para la izquierda (¿era necesario?),  y para cuando crees que, después de 45 minutos repitiendo lo mismo sin parar, vas a ser capaz de hacerlo del tirón sin equivocarte (...) va y se acaba la clase. Y encima tu novio, que es el único chico y que llevas toda la hora viéndole por el rabillo del ojo y reflejado en los espejos desde todos los ángulos cómo se descojona de ti, es el mejor de tod@s... Entonces  sales de allí con el rabo entre las piernas, oliendo a tu cerebro achicharrao, porque llevas 50 minutos concentrada al 400% para memorizar cada paso (que solo te ha dado tiempo a marcar, ni siquiera has hecho el ejercicio completo) y tu única neurona viva se da cuenta de que el cuarto error ha sido apuntarte a eso.

El fitness... para el fitness el primer día el monitor nos puso una tabla muy completita que nos dijo que haríamos en una hora. Ja!. Será él. Cuando después de hora y media vimos que aún nos quedaban cosas por hacer rehicimos nuestra propia tabla con los ejercicios que más nos gustaban y menos nos costaban (después de darnos explicaciones el uno al otro...  uf, esta no la hago porque me tira aquí,... uy, a mi me duele la rodilla si hago esta otra y no quiero lesionarme... muy cómico) y en 40 minutos... listos!.

Y cuando ya estabas deseando morirte llegaba el sábado. Y el Spinning. No he ido a una tortura mayor que esa. Y encima pagando. Empiezas con el ritual de la bicicleta: mides la altura del asiento, bajas la carga, colocas tu botellita de agua, te haces la coleta (monísssima) y te colocas. Y suena la música a toda pastilla. Como somos unos flojos, nos poníamos al final de la clase. Mal, porque con el volumen de la música era imposible oírle a él. Encima, delante de ti todo son cuerpos musculados, culos perfectos, muslos fuertes. Y tu con tus carnes grasientas atrás del todo. El primer día intenté seguir la clase, subir la carga de la bici cuando me enteraba de que había que subirla, cambiar la posición de las manos según él iba diciendo... y me mareé y todo.  No sudaba normal. Sudaba por la cabeza, por la frente, por los ojos, por la nariz, por el bigote, por la barbilla, por el cuello, por el escote que no tengo, por la espalda, por el culo, por la tripa. .. eso era un chorreo. Me temblaban los brazos. No tenía fuerza ni para secarme con la toalla, perfectamente doblada en el manillar. Ni para coger la botella, así que estaba deshidratada. César no hacía más que preguntarme si estaba bien. ¿¡¿Tú crees que estoy bien?!? Ese día aprendí que la carga se iba a quedar en el mínimo toda la clase. Así que yo iba y cada vez que el monitor decía... subimos al 70% yo sonreía para mis adentros satisfecha de mi ingenio, acercaba la mano a la rueda, y sin tocarla giraba la muñeca por si me estaba vigilando, y fingía subirlo. Pero no al 70, no... al 80 o al 90. Ou yeah. Total, ya que miento, miento pero bien. He de decir que ni aún así aguantaba los 40 minutos.

Así que nos fuimos deshinchando y dejamos de ir.

Lo lógico a estas alturas hubiera sido reconocer que somos unos vagos y que nuestros cuerpos serranos no son carne de gimnasio. Pero nuestra estupidez estaba lejos de alcanzar su punto álgido, así que cogimos y nos apuntamos un año. A tomar por culo.  No voy un mes, pero un año voy fijo que voy (¿?). Yo es que no me lo explico. Como cada vez que te da el subidón deportista sientes que es porque no has encontrado el deporte que te motive, esta vez cambiamos la rutina e íbamos a natación un día y a fitness otro. Así que me compré la equipación de nadadora pofesional , porque cada vez que te apuntas a una actividad sientes la necesidad impulsiva de ir a Decathlon (quinto error) y necesitas todo (llegados a este punto es importante contaros que yo para nadar solo me compré el bañador y las gafas más baratas. Mi madre, que empezó a venir conmigo cuando César se retiró (el sexto error fue apuntarme al gimnasio con alguien más flojo aún que yo), se compró el kit completo: bañador, zapatillas, gorro, gafas, pinzas para la nariz – ella se veía haciendo natación sincronizada, creo - , tabla, cinturón-flotador, y bolsa para meterlo todo. Como veis, lo de darlo todo cada vez que voy a hacer un deporte nuevo me viene de familia). El caso es que íbamos a la piscina (sí, con todo el equipamiento que os acabo de contar), chapoteábamos un poco (es difícil nadar por el mismo carril que mi madre, hay que verla... Las gafas? En la frente, porque se le olvida bajárselas, así que lleva los ojos negros por el rimmel, todo corrido. La pinza de la nariz? En una posición in-natural, sin hacer la función para la que fue diseñada. En un mes no he conseguido que se la ponga bien. El cinturón flotador? Puesto, pero mal, total que se escora para un lado, voltea sobre sí misma y se ahoga. Ella sabe nadar, pero en un alarde de vaguería extrema quiere que el cinturón-flotador navegue por ella. Un circo, vaya. Nadie quiere compartir el carril con nosotras, me pregunto por qué... ) y nos volvíamos. Aquí apareció el séptimo error, ir con tu madre, que lo odia más que tú. Con ella me echo por lo menos unas risas, porque como es muy calurosa y esos vestuarios son una sauna, verla salir del gimnasio tan pancha sin bragas ni nada, solo con un vestido-camisón, porque ponérselas con la humedad y el calor es como embutir carne en la malla esa de carnicería... no tiene precio.

Total, que llevo sin ir como dos meses.

Los remordimientos me atormentan así que ayer,  en otro alarde de inteligencia suprema (y estoy segura de que no ha sido el último) me compré una camiseta nueva para estar en casa salir a correr o ir al gimnasio y una toalla, que se ve que he sudado tanto la otra que necesitaba una nueva... (¿?).

No me llaaaaaaames iluso, porque tenga una ilusión...

miércoles, 1 de agosto de 2012

Reggaeton


Esta mañana me he comido un atasco del quince en la M-40 pero no me he aburrido, porque un coche que estaba parado a mi lado, con las ventanillas subidas (suertudo con aire acondicionado) temblaba al ritmo de alguna canción que no he podido reconocer pero que era al 100% reggaeton.

Yo es que no sé qué me pasa con el reggaeton, pero es escuchar una canción y se me van los pies.





Muchos sabéis que no es que tenga precisamente un don para el baile. Tengo ritmo, pero lo que no tengo es coordinación. Cero. Mover a la vez la mano izquierda y el pie derecho requiere el uso de partes del cerebro que yo no tengo. No os cuento cuando entran en el baile más partes de mi cuerpo, como la cadera, el culo, el cuello o los hombros. Demasié. Y no será porque no lo intento, que no es la primera ni la segunda vez que alguien me pillará infraganti delante del espejo marcándome un baile de lo más… me gustaría decir sensual, pero para ser fieles a la realidad es más bien cómico. Me gusta mucho bailar, o intentarlo. Yo veo el videoclip en repetidas ocasiones y grabo a fuego en mi mente cada movimiento. Parece fácil. Más aún cuando tienes un novio que baila genial y hace que todo parezca natural. Yo me pongo, pero los resultados son nefastos (aunque hay un movimiento de Shakira que es que lo bordo, y el musical de Grease ni os cuento, ya le dedicaré un post, porque es que hago de John Travolta que no veas…). Mi pasos estrella son, ya lo sabéis:


en 00:09 y 00:12 me podéis ver en mi salsa.

El reggaeton es un género que en condiciones normales no soporto. Es decir, no me grabaría un disco, ni aguanto más de dos canciones seguidas, ni  puedo con ello cuando me obligan a escucharlo en el metro o el tren. Pero la noche me confunde, y como suene reggaeton me pierdo. Es que la música empieza a vibrar dentro de mí, los pies me arrastran, las caderas se me desencajan, y los hombros se vuelven locos para hacer unos movimientos que debería ser sexies pero son de lo más ridículos y me encantan!!! “Eeeeeeeeeey felina”, “Tiene tremendo culo” y buenobuenobueno sobre todo el “Hasta cuando no lo vas a entendeeeeeeer”… es que se me erizan los pelos de los brazos y me entro en una fase de conversión a mamichula en la que se me cambia la cara, se me contorsiona el cuerpo, y hasta hablo sssesssseando mi amooool.

No recuerdo una noche en que haya oído esas canciones y no me lo haya pasado bien…

Ays… 

A ella le guhta la gaaaasooooliiinaaaa
Dame mah gaaasoooliiinaaa...