viernes, 27 de julio de 2012

Ginecólogo


Ayer visité a mis antiguas compañeras de trabajo. Casi todos lo sabéis, pero para los que no, yo trabajaba en una consulta ginecológica. Y qué recuerdos... Era un trabajo a tiempo parcial mientras me sacaba la carrera, como podía haber sido camarera vaya. Pero no, trabajé en la consulta del ginecólogo.

He de reconocer que al principio era “raro”. Pero luego te acostumbras a todo. Bueno, a casi todo…

De todas las pacientes que pasaron por la consulta mientras yo trabajaba allí, aprendí que había dos tipos principales de mujeres: las que van tranquilas y las que van histéricas. El segundo grupo es el más gracioso. Vienen tan nerviosas que no entienden nada de lo que las dices, como si las hablaras en chino, y mientras te miran sonríen, pero tú sabes que no se están enterando. Hasta el punto de creer que están sufriendo un infarto cerebral o un colapso mental. Se paralizan, su cuerpo no les responde,…

Siempre me acordaré del caso más… espectacular que he vivido allí.

Mujer joven, unos 35-40 años. Nerviosa no, muy nerviosa. No era su primera vez, así que ya sabía a lo que venía. Se tumba en la camilla. Todo iba bien, pero en un determinado momento, como estaba con el culo muy al borde de la camilla, el médico le dice… súbase un poquito más hacia la pared

Y entonces ocurrió.



No sé qué pasó por su cabeza, qué extraño contacto hicieron sus neuronas (seguramente el problema fue que no llegaron a hacer ningún tipo de contacto), que la mujer en vez de empujarse hacia arriba un poquito, balanceó las piernas, cogió impulso, las subió para arriba iniciando una maniobra mortal de voltereta hacia atrás sobre la camilla y en pelota picada que terminó cuando, en pleno apogeo y creyéndose (seguro) Nadia Comaneci, se estampó contra la pared de detrás de la camilla, con el resultado de una caída al suelo despatarrada. Sa matao Paco.


Y no te puedes reir… Pones tu mejor cara de póker, fingiendo que no has visto nada (imposible) y la ayudas a levantarse y que despierte de su sueño de gimnasta olímpica. Yo no sabía si aplaudirla y decirla que su técnica para hacer la voltereta hacia atrás era magistral y que la culpa era del doctor, por poner la camilla tan pegada a la pared, o callarme. Opté por lo segundo. Nadie hizo ningún comentario. Ella volvió a sentarse lo más dignamente posible en la camilla y el doctor solo comentó… ¿pero, a dónde iba?

1 comentario:

  1. Jajajajaaaaaaa... os veo la cara a los dos, al "doctor" y a tí¡¡¡ por favor, pobre mujer¡¡.

    Deberían tomarse un valium algunas...

    Besos, qué risa, prima¡¡

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